Fociños en la Festa do Cocido de Lalín

Fociños en la Festa do Cocido de Lalín

El cocido es uno de los platos más queridos en Galicia. En cualquier rincón de nuestra geografía, la gente se sienta en una mesa a disfrutar del cocido gallego en la mejor compañía. Pero si hay un lugar donde el cocido es arte, es Lalín. Por eso nuestro Fociños se ha ido a esta localidad a disfrutar del fin de semana de la Festa do Cocido, recientemente declarada de Interés Turístico Internacional.

Fociños salió temprano de Lugo para aprovechar el tiempo. Él, como buen cerdo, sabe lo importante que es aprovechar las cosas como es debido. En la radio sonaba música tradicional gallega y, con el ritmo de la pandereta de Xabier Díaz de fondo, sacaba la cabeza por la ventanilla ilusionado por llegar. Sabía que en Lalín ya estaba todo en marcha.

En Lalín no hacía buen tiempo pero le dió igual. Por la calle, la gente repetía: “Fai un tempo ideal para comer o cocido”. Porque lo bueno de este plato es que si llueve y hace frío -y aquí de eso sabemos un poco- apetece más. Por eso a Fociños no le importó el tiempo. Nuestro cerdo viajero hizo todo lo posible por participar en buena parte de las actividades de la programación: el famoso desfile de carrozas, los nombramientos de los caballeros de la orden del cocido, el pregón de la periodista Sonsoles Ónega, algún obradoiro, una exposición, un concierto de Os Resentidos. Fociños estaba contento porque todo Lalín y sus miles de visitantes estaban felices.

Lo que más le impactó fue el recinto ferial. Una carpa enorme acogía los distintos puestos de venta de distintos productos típicos para la preparación del cocido gallego. Todo me recordó a Torre de Núñez, sobre todo las androllas, los butelos, los chorizos, los lacones, la cacheira,… Productos de altísima calidad que inundaban todo el recinto de un olor maravilloso.

Festa Cocido Lalin

 

Después llegó la hora de comer. Mi acompañante se olvidó de reservar restaurante y, claro, a esas horas ya era imposible encontrar sitio. Paseando desconsolados por la calle y con un hambre tremenda, nos paró una señora que, muy amable, nos dijo con una bolla de pan recién comprada debajo del brazo: “Veo que os habéis quedado sin sitio para comer, venid a mi casa. Tengo todo preparado”. Al principio nos negamos pero ella insistió. Cuando entramos en su salón estaba toda su familia: sus hijos, sus nietos, su marido,… Todos nos recibieron con mucho cariño. Nos sentamos a la mesa y, entre risas y conversación, empezaban a llegar las bandejas (se notaba bien que el lacón y los chorizos eran Torre de Núñez, esa pinta es inconfundible). Comimos, reimos, cantamos y alargamos la sobremesa hasta bien entrada a tarde. Luego bajamos a la calle para continuar con la fiesta.

Todo en Lalín es agradable. Sus calles, su gente, su gastronomía. Volveremos siempre que podamos porque la Festa do Cocido de Lalín es uno de los encuentros más emocionantes de Galicia. ¡Viva el cocido de Lalín!

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