La panceta a la brasa. ¡Date el gustazo!

Después de este annus horribilis en el que hemos visto cómo se paraba el mundo y, sobre todo, lo frágiles que somos, no estamos para desaprovechar el tiempo. De vez en cuando hay que darse un capricho de esos con los que haces “¡ohhhh!” y la panceta a la brasa es uno de ellos.

La panceta a la brasa, esa joya gastronómica que llevamos siglos poniendo al fuego. Puedes cocinarla sola o entre otros productos cárnicos que cierren el círculo de una parrillada de carne perfecta.

En este blog, os hemos presentado la panceta de muchas maneras: a la brasa, para el desayuno, para un plato de cuchara o incluso en ensalada, como aquella receta gloriosa que nos había preparado el gran Rafa Centeno. Pero hoy toca encender la barbacoa y darle vueltas hasta que notéis que está en ese punto perfecto en el que empezará a crujir.

El placer de comer panceta y sus propiedades

Además de disfrutar del placer de comer panceta, tienes que saber que es un producto que, incluido en la dieta de una manera razonable, aporta una serie de beneficios a nuestro organismo. Por lo tanto, ese sambenito que se le ha colgado durante años ya no es tan así.

La carne de cerdo, como es la panceta, contiene muchas proteínas de gran valor biológico. La panceta también tiene muchas vitaminas, entre ellas es importante que sepáis que tiene vitamina B12, vitamina B6, niacina, tiamina y rivoflavina, entre otras. También tiene alto contenido en minerales como hierro, fósforo, potasio, magnesio y zinc, que son muy necesarios para mantener unos correctos biorritmos corporales.

Con esto no queremos decir que te pongas ahora a comer panceta como si no hubiese un mañana (todo es importante consumirlo con moderación), pero es importante que sepáis que, de vez en cuando, daros el placer de comer panceta puede ser saludable.

Corred al súper, comprad nuestra panceta y empezad a calentar la barbacoa para empezar a disfrutar de un placer terrenal único.