Seguimos descubriendo grandes joyas del recetario español. Hoy viajamos hasta Castilla la Mancha para probar un manjar tradicional que te sorprenderá.
Migas del pastor, un clásico de la cocina manchega
Las migas son un plato que se consume en las zonas de España en las que se practicaba la trashumancia. Los pastores solían tomar las migas como almuerzo ya que es un plato realmente completo y lo suficientemente contundente como para poder aguantar las largas y frías jornadas del trabajo del pastor.
Las migas tienen su remoto origen en los ranchos que se les servían a las legiones romanas, aunque fueron influenciadas por la cocina musulmana durante su ocupación de la Península.
Adquieren su aspecto definitivo con la llegada del pimiento del continente americano que, una vez seco, da lugar al pimentón, un condimento especialmente arraigado a la Comunidad manchega.
Las migas han sido el sustento básico de cientos de familias en toda la Mancha. Agricultores y pastores que han perpetuado la receta hasta nuestros días ya que era fácil de transportar y consumir fuera de casa y, como ya hemos dicho, de gran aporte nutricional.
Receta de migas manchegas
Ingredientes para 4 personas:
250 gr de pan duro en tacos
60 gr de panceta en lonchas
1 pimiento choricero
3 dientes de ajo
250 gr de uvas
100 ml de aceite de oliva
120 ml de agua con sal
Preparación:
- Encima de un trapo de cocina empapamos el pan con el agua salada y lo dejamos dentro del trapo doblado durante unas dos horas.
- En una sartén freímos el pimiento, la panceta y el chorizo troceados en dados. Retiramos del fuego cuando estén tostados y les escurrimos el aceite en papel de cocina.
- En una sartén grande ponemos a freír los ajos laminados (hay quien los fríe enteros) y, mientras se doran, molemos el pimiento en un mortero.
- Cuando los ajos estén dorados, añadimos el pan mientras revolvemos para que no se pegue. Cuando empiece a cojer color, incorporaremos el pimiento, la panceta y el chorizo mezclándolos a fuego suave durante dos o tres minutos.
- Las migas se sirven templadas y, en el momento de emplatar, se le añaden 4 o 5 uvas por comensal, que contrastan a la perfección con el potente sabor del plato.