La androlla, es un tesoro culinario, no solo para el olfato ya que cuenta con un aroma penetrante, ahumado y curado, sino que también deleita al paladar con una combinación única de sabores tanto picantes como dulces.
A la hora de prepararla, puedes escoger la cocción, que es la forma más común: consiste en sumergir la androlla en agua fría y cocerla a fuego bajo durante unos noventa minutos, asegurándose de vigilar para evitar roturas y garantizar una textura perfecta. Suele servirse acompañada de patatas cocidas o ‘cachelos’, así como verduras frescas como grelos, realzando aún más su sabor auténtico y tradicional.
Sin embargo, existe una alternativa menos convencional pero igualmente deliciosa: la Androlla asada. Envuelta cuidadosamente en papel de aluminio y rociada con un toque de vino tinto, se coloca sobre brasas, permitiendo que se ase lentamente durante aproximadamente cuarenta minutos. Este método realza aún más su aroma ahumado y brinda una experiencia de sabor única.
En resumen, sea cocida o asada la androlla merece un hueco en tu mesa.