Para aquéllos que todavía no lo tengan claro, hoy nos hemos propuesto dar a conocer la androlla, un embutido cárnico tradicional (al parecer su origen se remonta a la época romana), que se elabora principalmente en Galicia -en especial al este de las provincias de Lugo y Ourense- y en León (sobre todo en La Maragatería y El Bierzo).
Contiene carne del cerdo (mezcla de costilla y otros ingredientes obtenidos a partir de carne de cerdo), aderezada y embutida en tripa (en nuestro caso en tripa roscal de vacuno), que posteriormente se somete a un proceso de ahumado y curación.
Su producción está estrechamente ligada con la tradición local de la cría de porcino. Tanto en lo que respecta a su consumo, como a las técnicas de elaboración, se ha ido transmitiendo de generación en generación.
Al igual que otros muchos embutidos, el aspecto exterior de la androlla gallega está definido por el tamaño y forma de la tripa. Su forma es alargada, su textura rugosa y tiene un intenso color rojo debido, sobre todo, a los condimentos -como el pimentón- utilizados para su elaboración. Una buena androlla no debe de presentar roturas en su piel, ni manchas de tonalidades amarillas, y su carne carne debe tener consistencia y estar bien adherida a la tripa.
Una vez que se ha elaborado, desprende un intenso aroma a embutido ahumado y adobado, donde el olor al magro de cerdo es especialmente característico. En boca, la androlla tiene una textura no demasiado homogénea, incluso puede resultar algo fibrosa. Su sabor es muy agradable, ligeramente picante y con una acertada combinación de dulce y salado.
Fiestas populares con la androlla como protagonista
Este producto se puede degustar en dos populares fiestas gastronómicas de Galicia, ambas en temporada de Carnaval, y que cuentan con gran tradición: la Festa da Androlla del municipio de Navia de Suarna (Lugo), donde ya llevan 28 ediciones celebradas, y la de Viana do Bolo (Ourense), que este año festejó su 47 edición.
¿Cómo cocinar este embutido?
La androlla suele comercializarse cruda y existen dos formas para cocinarla, siendo la más tradicional la androlla cocida. En este caso, se pone a calentar en agua fría y, cuando empieza a hervir, se baja el fuego al mínimo y se cuece durante unos 90 minutos, teniendo especial cuidado para que no se abra. Una vez cocida se suele acompañar con cachelos (patatas), verdura (habitualmente berza gallega o grelos) e, incluso, garbanzos.
Hay zonas en las que tienen la costumbre de cocer la androlla envuelta en un paño de algodón o en una bolsa de plástico resistente al calor para evitar que se rompa.
La otra forma de prepararla, aunque mucho menos frecuente, es asarla a las brasas, envolviendo la androlla en papel de aluminio y metiéndola en las brasas de leña, durante unos 40 minutos. Para potenciar su sabor, se le va añadiendo un chorrito de vino tinto mientras está haciéndose a la brasa.
Tanto asada como cocida es un embutido tradicional que a nosotros nos encanta. ¿Y a vosotros?